Queridos Reyes Magos
Queridos Reyes Magos:
Entre todas las cartas que he ido escribiendo en este año, con la pequeña aventura del blog sumada a mis jaleos habituales, no podía faltar la de siempre, dirigida a vosotros. Aunque me temo que esta vez no vaya a ser algo súper original ni nada. No todos los años se encuentra una igual. Ni en el mismo punto.
Tengo, ante todo, mucho por lo que daros las gracias. El año que acaba ha sido bueno para mí en más de un sentido, supongo. Perdonad el tono un poco tibio, Majestades. Mi año 2023 empezó muy bien, y ha sido, en conjunto, uno de los más hermosos de mi vida reciente. Eso os lo agradeceré siempre. Melpómene y Eurídice. Las dos estuvieron en mis deseos. Y al menos una de ellas se ha quedado hasta el final del año.
Pero no hay mucho tiempo ahora para largas palabras, Señores de Oriente. He llegado a pensar en no enviaros esta carta; supongo que estoy cansada y lo que quiero es que la Navidad pase ya, y dejar de pensar en las ausencias, y dejar de comparar esta Navidad con la del año pasado. Pero bueno, aquí estoy un año más, por cumplir con la tradición.
Dejadme que vuelva a pediros, por última vez, si los dioses lo quieren, por Melpómene. La tengo aquí, mi tesis doctoral, terminando de nacer, desbastada apenas, sobre el atril del escritorio, y a ratos me emociona pensar en estos últimos cinco años, en la tragedia griega, en el amor de mi vida; en el esfuerzo de mi directora, que sigue creyendo en mí. Por favor, Majestades. Dadme fuerzas para terminar, para completar este ciclo. Que pueda volver a escribiros el año que viene, más feliz, contándoos que soy doctora. Aunque vosotros, que sois magos, ya para entonces lo sabréis.
Mi costumbre es, ya sabéis, pediros tres cosas; y lo cierto es que este año no sé qué hacer con las otras dos. Para el segundo deseos, señores míos, me referiré a Eurídice. No sé muy bien para qué, en estos momentos, pero bueno. Concededme al menos paz mental, y capacidad para dejar ir lo que no tiene más remedio que marcharse. Por lo demás, que pase lo que tenga que pasar. Y lo que no, que no pase.
Que mi tercer regalo sea, una vez más, para quienes me rodean, y me aguantan, a veces, con mis intensidades de drama queen. Que tengamos todos salud y esperanza, y nos curemos de lo que nos tengamos que curar, y vibre la vida en nosotros. Que así acabe viniendo sola la felicidad, o bien nos demos cuenta de que es todo mucho más sencillo y la teníamos al lado todo el tiempo.
Que nos habite a todos, la felicidad, Majestades. También a vosotros, esta noche, y que podáis repartirla entre quienes más lo necesitan. Feliz noche vuestra. Felices Reyes. Sed felices.
Os veo en la cabalgata del año que viene, si los dioses quieren, con un poco más de sol.
Vuestra,
M.
Nunca dejar de soñar ni de ser niño(a). Tu carta me transporta a un viaje como este que relata Sabina:
ResponderEliminar...Y desafiando el oleaje sin timón ni timonel
por mis sueños va, ligero de equipaje
sobre un cascarón de nuez, mi corazón de viaje...
Espero que Sus Majestades te hayan oído atentamente y se hayan decantado por hacer que se cumplan tus deseos ¿Doctora?
Aparte. ¿Cómo le hiciste para agrandar el ancho de tu blog? ¿Tienes el dato técnico?
Es que quiero lograr lo mismo. Saludos desde mi Chile sufrido y sufriente
Alien