A Melpómene: lunes 15 de mayo de 2023

Querida Melpómene:

    Hoy, 15 de mayo, cumplo un mes en Oxford. Sigo en la batalla, buscando la forma de unir tus piezas, de que todo encaje, ahora que la verdadera cuenta atrás ha empezado y falta un poco menos de un año para depositarte.

    Kidlington es un pueblo tranquilo, verde y gris. El cielo tiene cada tarde un color distinto desde el tragaluz de mi habitación en el ático de la casa. Aquí, donde llueve más que en Londres, donde los días pueden bascular entre el sol más radiante y la lluvia de gotas pesadas en cuestión de unos pocos minutos.

    En la Faculty of Classics de la University of Oxford. En la Sackler Library, en el Archive of Performances of Greek and Roman Drama. Los libros, simplemente con el hecho de estar a mi alrededor, observándome desde las estanterías, ya ayudan a crear ese ambiente en el que es más fácil conjurarte. Cada día me siento a conversar contigo, y, en cierto modo, con mis propios miedos, también. Correcciones de borrador, lecturas de nueva bibliografía, visionado de tragedias grabadas en inglés. Gasto un bolígrafo de tinta líquida tras otro. Te bebes, ávida, esa tinta azul, negra o roja.

    Aquí, como en Londres el año pasado, estamos lejos de todo. Aunque me haya costado un poco más adaptarme, por este estado mental delicado en el que me pone la proximidad de tu límite. Leo novelas por placer a diario, como adecuadamente, presto atención a mi descanso mental. Esta vez, también, todo va bien con Eurídice azul, de barro y bronce. Recibo cartas suyas a diario. Aquí estamos bien, tú y yo.

    Creo que sé a ciencia cierta que ya no busco el camino de vuelta hacia ti. Tal vez ya lo he encontrado, en realidad, y lo que necesito es que entre las dos hallemos la manera de avanzar a la vez.

    Ojalá todo sea suficiente.

    Dame la mano, Melpómene, sin miedo, y no me sueltes. Sigo, seguimos, en la batalla.

    Con fe,


    M.






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